La sociedad actual valora mucho la figura de la
madre. Es verdad que ésta es una fuente de seguridad para el niño, pero la
relación de la madre y el hijo o la hija necesita completarse con la función
paterna.
Hoy en día hasta en los centros educativos y hasta
en las iglesias, la figura del Padre es desvalorizada. Hace un tiempo en una
iglesia cristiana a la que asistía se organizó un evento sobre la familia, con
una duración de tres días, el primer día mi esposa y yo estuvimos presentes a
la hora indicada porque queríamos aprender más sobre cómo lograr una relación
familiar saludable… El ponente, que se decía experto en familia, empezó a
hablar del matrimonio y cuando llego a referirse a la figura paterna, habló
tantas cosas negativas del varón que hasta mi esposa se sintió incomoda y
tuvimos que abandonar el evento para no malograr nuestra salud mental.
Uno de los mayores problemas de la sociedad actual,
es la pérdida de valores y nos preguntamos él porque está sucediendo esto.
TONY ANATRELLA, es sacerdote, psicoanalista y especialista
en psiquiatría social. Nombrado en el año 2000 por Juan Pablo II y confirmado
en 2007 por Benedicto XVI como consultor del Consejo Pontificio para la
Familia, y del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud. Es profesor en
las Facultades Libres de Filosofía y de Psicología de París (IPC). Ha publicado
numerosos libros y artículos, entre los que destacan, además de La diferencia
prohibida, El sexo olvidado (1990), L’amour et le préservatif (1995) y Le règne
de Narcisse (2005).
Aquí un brevísimo resumen de lo que dice:
“Asistimos a una lenta pero determinante
destitución de la imagen del padre y del hombre… … Podemos tener el sentimiento de que los padres han
desaparecido, que están ausentes… … en
el presente, al padre se le acepta en la medida en que se le identifica con la
madre. Ésta es la razón por la que se ha buscado feminizar al hombre hablando de
papás-gallinas, creyendo que el padre puede jugar el papel de la madre… …
La moda ha consistido en culpabilizar a los padres
y a descalificarles en su papel… … La
ausencia de la función paterna, tiene consecuencias sobre la estructuración
psíquica y social de los individuos, como:
-
Debilitamiento de la imagen masculina
que no puede formarse fuera de la simbología paterna,
-
Trastornos de la filiación,
-
Aumento de las conductas adictivas,
-
pérdida del sentido de los límites
(toxicomanías, bulimia/anorexia, prácticas sexuales reaccionales),
-
Pero sobre todo dificultades para
actuar en la realidad y para socializarse, es decir, institucionalizarse, para
adquirir una conciencia histórica y, por último, para desarrollar un vínculo
social.
…El padre es el que dice que no (tanto al hijo como
a la madre, lo que permite justamente diferenciar a los dos padres), el que
introduce la negatividad y el que declara la prohibición, es decir el límite de
lo posible... …Gracias a la figura del padre, el bebé aprende a diferenciarse
de la madre y a adquirir autonomía psíquica. El niño descubre que él no hace la
ley, sino que existe una ley fuera de él… …La consecuencia última de la
ausencia del padre se manifiesta en el aumento de la violencia. Al no llegar a
aceptar lo real, por falta del sentido de los límites que debería inculcar el
padre, los hijos se rebelan y se multiplican los actos de violencia. Pero la
agresividad también se vuelve contra uno mismo y se convierte en
autodestrucción…
…Para revalorizar la figura del padre, debemos
recuperar el sentido de la familia. Se trata de redescubrir qué significa la
experiencia del parentesco y la diferencia de generaciones. Ha de afirmarse que
padre y madre son necesarios, que ninguno es más que el otro, que ninguno de
ellos es sustituible o canjeable por el otro.”
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